Tinta y tinte de una mujerValeria Aime Tannos Díaz |
| 16 Abr 2024 - 12:45hrs
Esta semana tomé la decisión de hablar de un tema relacionado con el cine mexicano, y es que las películas nos llevan a vivir historias que no necesariamente están relacionadas con la vida real, pero ¿acaso no es también el cine una inspiración de la vida real? Eso lo noté al ver una reciente película que salió en cines.
La película se llama “Un actor malo”, dirigida por Jorge Cuchi y protagonizada por Fiona Palomo y Alfonso Dosal. Lo más interesante del cine mexicano es que casi siempre sus historias son una vertiente de hechos que pasan en la actualidad en nuestro país y esta historia no se queda atrás.
Sin meterme a spoilear una película que, a mi parecer, merece cuatro estrellas (de cinco), hablaré de la trama tal cual. El principal drama aborda el tema de la violación en un set de filmación; Los actores son actores dentro de una película de la película y el actor principal termina violando a la actriz principal.
Este es uno de los temas de los que creo que poco se ha hablado, a pesar de que en el año 1972 ocurrió aquella infame escena de violación por parte del actor Marlon Brando, a quién aún hoy en día se le reconoce por hacer uno de los mejores papeles del cine como Vito Corleone en El Padrino.
Pero lo que más me impresiona es que la perspectiva que tengo acerca de la violación es la misma que veo en la película y los libros que he leído. Dentro de la película (ahora entraré a spoilear un poco) hacen un gran énfasis en por qué la actriz no gritó durante el acto, pero no hay un énfasis en lo que realmente sucedió… un hombre violando a una mujer.
En la misma película explican que las escenas de sexo son fingidas, algo que no es sorprendente porque es bien sabido que los actores (algunos) no se prestan para hacerlas. Se les paga por hacer una actuación que parezca real, y, por lo menos en Estados Unidos, cuidan mucho esa parte.
Otro de los temas que maneja la película es lo que sucede después de hablar y denunciar que tu compañero de trabajo te ha violado. El director, que también es el guionista de la película, incluyó escenas que no están para nada alejadas de lo que vivimos hoy en México.
Me llamó la atención, específicamente, una escena que en automático relacioné con lo sucedido en Taxco, Guerrero, hace unas semanas. En la película entran (de forma física y metafórica) los grupos feministas y los medios de comunicación a defender a la mujer y a atacar al agresor.
Las personas empiezan a hacer justicia por sus propias manos. Lógicamente, la película fue grabada hace ya varios meses, pero la escena de personas linchando al agresor es genéricamente la misma a la que vimos todos en redes sociales con el caso de Guerrero.
De ninguna manera es aceptable tomar justicia por mano propia, pero ¿qué pasa cuando las personas ya están cansadas no ser escuchadas y de no recibir justicia? ¿Qué pasa cuando el descaro de la fiscalía llega a niveles en los que uno se cuestiona la justicia por mano propia?
Hace tiempo leía en un libro de Saskia Niño de Rivera acerca de una madre que detuvo el linchamiento de sus vecinos hacia los agresores de su hija y la verdad me pareció de lo más controversial y valiente porque ¿quién te da la seguridad de que el estado te dará la justicia que te mereces? La única certeza que tienes es que las autoridades no te darán justicia.
Las personas ya están hartas de no recibir atención, de no ser escuchadas y de no ser tomadas en cuenta; Están hartas también de que el órgano encargado de prevenir no pueda, ni siquiera, hacerlo adecuadamente. Los padres están cansados de buscar a sus hijos y no encontrarlos, las mujeres están cansadas de ver a sus agresores libres sin temor alguno.
Y es que no se trata de casos aislados, hace unos meses aquí en el estado de Veracruz ocurrió lo mismo, cuando unos policías en Lerdo de Tejada mataron a balazos a un muchacho en su carro. Las personas no esperaron a que la justicia llegara, como se supone que debería ser. Tomaron nuevamente la justicia por sus manos.
En este tipo de historias el arte imita la realidad y estoy segura de que estas acciones no van a parar, por lo menos, hasta que la fiscalía y el Estado no empiecen a hacer el trabajo que les corresponde. Hasta que empiecen a trabajar también para prevenir. Hasta que dejen de preguntarle a las victimas ¿por qué no se defendieron?
Viví de primera mano la revictimización por parte de los psicólogos de la Fiscalía General del Estado y, me parece, que es una de las primeras cosas que se deben cambiar; Cambiar el sistema para que las personas confíen en su fiscalía y tengan el valor de ir a denunciar. La confianza debería ser el primer paso para no hacer “justicia” nosotros mismos.
Quiero invitarlos a ver esta gran película y a reflexionar todo lo que está sucediendo en nuestro sistema de justicia y en el sistema punitivo.