Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 10 Abr 2024 - 09:07hrs
El lunes 8, mientras la mayor parte de los mexicanos estaban atentos al eclipse, la candidata presidencial oficialista Claudia Sheinbaum asistió a su primer acto de campaña con una comunidad estudiantil.
La sede fue el auditorio Jaime Torres Bodet, del Instituto Politécnico Nacional. En un ambiente controlado, desprovisto de la crítica que caracteriza a los recintos universitarios, la candidata fue apapachada por los asistentes.
“¡Ya se va el PRI!”, gritó alguien. La ocasión fue aprovechada por Sheinbaum para arrimar la carrocería al partido tricolor.
“¡Ya se fue!”, replicó. “Fíjense nada más lo que les voy a decir: hay más exgobernadores del PRI en la cárcel y prófugos de la justicia que en funciones, así que ustedes me van a decir si no se ha ido el PRI de nuestro país”.
En algo tenía razón. De los 32 gobernadores del país, sólo dos militan en el otrora partido hegemónico: los de Durango y Coahuila. En cambio, hay actualmente cinco exgobernadores en la cárcel o purgando sentencia –Roberto Borge, César Duarte, Javier Duarte, Mario Villanueva y Tomás Yarrington–, aunque ninguno prófugo.
Sin embargo, si revisamos el mapa del país, veremos que hay varias entidades gobernadas por políticos que hicieron carrera en el PRI antes de brincar a la nave del oficialismo. Es el caso de los mandatarios estatales de Campeche, Hidalgo, Nayarit, Puebla, Sonora, Tamaulipas y Tlaxcala, es decir, en ese caso son más que los que están en prisión.
Militante del PRI fue también el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien el 27 de enero de 2020 recibió en Palacio Nacional a 11 de los 12 gobernadores que tenía el partido en ese momento.
De acuerdo con un comunicado que la Presidencia publicó en esa ocasión, acompañado por una foto, López Obrador recibió a los siguientes mandatarios estatales: el oaxaqueño Alejandro Murat Hinojosa, el mexiquense Alfredo Del Mazo, el sinaloense Quirino Ordaz Coppel, el coahuilense Miguel Riquelme Solís, el potosino Juan Manuel Carreras, el guerrerense Héctor Astudillo, el colimense Ignacio Peralta, el hidalguense Omar Fayad, el zacatecano Alejandro Tello Cristerna, el tlaxcalteca Marco Antonio Mena Rodríguez y el campechano Carlos Miguel Aysa González.
Con la mayoría de los gobernadores priistas con los que le tocó convivir, el Presidente tejió una relación política que podría caracterizarse por dos hechos: entregaron el poder a Morena en la siguiente elección y posteriormente obtuvieron un cargo público o una candidatura.
Es el caso de Murat, aspirante plurinominal al Senado por Morena; Fayad, embajador en Noruega; Mena, director de la Lotería Nacional; Ordaz, embajador en España; Aysa, embajador en República Dominicana, y la sonorense Claudia Pavlovich –quien aquella vez no asistió a la reunión en Palacio por motivos de salud–, cónsul en Barcelona. Es decir, seis de doce; también son más que los que están presos.
Por cierto, ninguno de los que están encarcelados fue procesado durante la actual administración.
Sería largo hacer la lista de antiguos militantes del PRI actualmente incrustados en la autodenominada Cuarta Transformación, ya sea como servidores públicos o candidatos a algún puesto de elección popular en esta temporada comicial.
Baste decir que Morena se convirtió en repositorio de priistas, por lo que hay que poner un enorme asterisco a lo dicho por Claudia Sheinbaum el lunes en el Politécnico.
Los priistas que tuvieron o tienen carnet de militantes están metidos en los equipos de campaña de los tres candidatos presidenciales. Ahí están Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, con la propia Claudia Sheinbaum; Alejandro Moreno, Ildefonso Guajardo y Enrique de la Madrid, con Xóchitl Gálvez; y Dante Delgado, con Jorge Álvarez Máynez.
Así que no, el PRI no se ha ido. En muchos casos, simplemente cambió de piel. Buena parte de quienes fueron gobernadores por ese partido se pasaron a Morena o se alinearon con dicho partido en este sexenio. Y ninguno fue a la cárcel.