Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 08 Abr 2024 - 08:23hrs
Xóchitl Gálvez necesitaba un golpe contundente en el primer debate de aspirantes presidenciales para cambiar la impresión que se ha construido de que Claudia Sheinbaum avanza sin obstáculos hacia el triunfo en la elección del 2 de junio.
No lo logró.
La opositora hizo un repaso, moderadamente bueno, de todos los puntos débiles de la candidatura de su rival –el colegio Rébsamen, el manejo de la pandemia, la Línea 12 del Metro, etcétera–, pero estuvo muy lejos de noquearla.
De hecho, desperdició una oportunidad inmejorable cuando Sheinbaum bajó la guardia al reconocer que el Instituto de Salud para el Bienestar, con el que el actual gobierno sustituyó al Seguro Popular, provocó que 50 millones de mexicanos quedaran sin cobertura de servicios médicos y tuviera que ser reemplazado por el IMSS-Bienestar.
Está claro que uno de los mayores fracasos de este gobierno ha sido la salud pública, pero Gálvez no tuvo la capacidad de presentar una alternativa creíble y, de hecho, ni siquiera mencionó la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador –quizá no se acordó de ella– de que se construirá un sistema de atención a pacientes comparable al de Dinamarca, algo que ya no ocurrió.
Gálvez llegó al encuentro nerviosa, desconcentrada. No sé de quién habrá sido la idea de vestirse de blanco, pero evidentemente fue una ruptura con los cánones que sugieren para estos casos un atuendo en el que predominen los colores oscuros, como sí traían sus contrincantes. En su participación final, cometió el pecado de leer.
Durante las casi dos horas de un debate que pareció largo y tedioso, con un formato rebosante de preguntas que no dejaban espacio para desarrollar idea alguna, las dos candidatas principales se lanzaron suficiente lodo como para que el público –el que no se hartó y se fue– terminara con la impresión de que México no ha cambiado, pues sus políticos siguen siendo esencialmente corruptos.
Ya se encargará el trabajo periodístico de evaluar qué tan ciertas son las acusaciones que intercambiaron Sheinbaum y Gálvez, pero la rijosidad y la colocación recíproca de etiquetas –“dama de hielo” versus “mentirosa”– predominó sobre la esperanza de que el cambio de gobierno pueda significar la oportunidad de superar los grandes problemas nacionales.
La retadora quiso dejar al público con la impresión de que ella es una “mujer protectora” y que su rival “no tiene corazón”, pero difícilmente ese contraste logrará que se mueva la aguja de las preferencias electorales, al menos en la medida en que Gálvez parece necesitarlo.
El debate demostró que México está atorado entre dos propuestas inamovibles: la continuidad de las actuales políticas, la mayoría de las cuales no han dado resultados e incluso han empeorado algunos de sus padecimientos, y el regreso de los partidos cuya forma de gobernar propició que la ciudadanía entregara el poder a quienes hoy buscan mantenerlo.
La tercera vía es una opción con casi nulas posibilidades de éxito en esa elección, pero debe decirse que Jorge Álvarez Máynez lo hizo mucho mejor de lo que se esperaba, dados los asuntos bochornosos con los que se inició su candidatura.
Fuera de su fastidiosa sonrisa congelada, el zacatecano resultó ser el mejor de los tres en presentar propuestas. Y fue contundente al decirle a sus contrincantes que no pueden hablar de honestidad quienes ni siquiera respetaron los tiempos marcados por la ley para hacer campaña. Contra el pronóstico de que se ensañaría con Gálvez, el diputado repartió caña a diestra y siniestra, de manera bastante eficaz, aunque cerró muy mal el debate al decir que el país no va a cambiar sólo por estrenar presidente (coincido con él en ese punto, pero no es lo que se espera de un candidato).
En resumen, me parece que Máynez fue quien mayor provecho sacó del debate. Para Gálvez fue una oportunidad perdida, fuera de algunos destellos en el ataque. De Sheinbaum no había que esperar carisma, pues no lo tiene, pero mantuvo la disciplina discursiva que la ha llevado hasta donde se encuentra.
Por suerte, hoy podremos hablar del eclipse. Habrá quien diga que aún faltan dos debates. Me sorprendería mucho que haya interés por verlos.