Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 12 Mar 2024 - 11:30hrs
Apenas el 3 de marzo de 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador presumía que la economía mexicana había generado un récord de empleos formales para un mes: más de 176 mil puestos de trabajo en febrero de ese año.
Dos años después, la situación laboral pinta muy diferente. Si se comparan los empleos formales registrados ante el IMSS que se crearon el primer bimestre de 2024 (265 mil 424) con los del mismo lapso de 2023 y 2022, aparece una caída de 8.3% y de 20.2%, respectivamente.
El deterioro que muestra la generación de puestos de trabajo formales desde el verano pasado no guarda relación con otras variables de la economía mexicana, como son el crecimiento económico (3.2% en 2023), la expansión de la inversión privada (19.2% en los tres primeros trimestres del año pasado, algo que no había sucedido desde 1996) y el monto de la inversión extranjera directa (más de 36 mil millones de dólares en 2023).
Hay varias posibles explicaciones. Entre ellas, que se agotaron los efectos que produjo la reforma que prohibió la subcontratación; que se ha elevado el costo laboral de las empresas (con el aumento al salario mínimo, los días de vacaciones y la cuota para financiar las pensiones), y que no ha existido en este gobierno una política de incentivos para las microempresas, que representan más de la mitad de las existentes.
“Muchas micro y pequeñas empresas han comenzado a contratar por fuera, para evitar el mayor costo laboral”, alertó mi compañero de páginas y analista financiero José Yuste, en entrevista para Imagen Radio.
Eso significaría que el sector informal de la economía podría estar absorbiendo los empleos registrados ante el IMSS que se están perdiendo o han dejado de crearse.
Fuera de procurar las inversiones de grandes consorcios, el gobierno federal no ha tenido una política de creación de empleos. Consciente o inconscientemente ha estimulado la informalidad mediante el crecimiento de los denominados programas sociales, que —ahí reside el truco— son pagados por quienes contribuyen al fisco.
¿Hasta dónde podrán resistir las finanzas públicas una política económica que no abona a la formalización del empleo y hace crecer cada vez más los subsidios?
Encima de lo que ya se ha elevado el costo laboral, el oficialismo está promoviendo una reforma para duplicar el aguinaldo. Como he escrito otras veces —por ejemplo, respecto del aumento del monto de las pensiones—, no se trata de establecer si son justos o injustos los nuevos beneficios sociales, sino de ver qué efectos pueden tener sobre la economía en general y el bienestar a largo plazo.
A menudo pareciera que el oficialismo no entiende que la enorme mayoría de las empresas de este país son micro, pequeñas o medianas y que a muchísimas de ellas los beneficios ampliados pueden acabar matándolas. Si las condiciones de contratación se vuelven más complicadas —y sin apoyos por parte del gobierno—, se corre el riesgo de que ese tipo de empresas quiebren o no amplíen su plantilla laboral, con lo cual no crecerán, o que contraten por fuera (sin seguridad social).
¿Será que la autodenominada Cuarta Transformación no quiere que se desarrolle el tipo de empresas que forman la espina dorsal de las clases medias, un conjunto de ciudadanos que no puede ser maniatado políticamente mediante los programas sociales?
En estos 63 meses de gobierno, tendrían que haberse creado 6.3 millones de empleos formales para cubrir las necesidades de quienes buscan incorporarse al mercado laboral. En cambio, sólo se han generado, en cifras oficiales, 2.2 millones.
No hay mejor programa social, para reducir la pobreza y las desigualdades, que la creación de empleos formales. Pero, ¿en qué anda la 4T? Pues apuntalando las condiciones para que la informalidad se mantenga e incluso se amplíe. Es decir, que el sector en el que los trabajadores tienen seguridad social subsidie al sector en el que no lo tienen.
Eso puede ser bueno para el control político, pero no para la igualdad de oportunidades que se construye en la libertad. La libertad, claro está, que da tener un empleo formal.