La incursión en Palacio

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 07 Mar 2024 - 10:37hrs

La madrugada del 30 de julio de 1968, un soldado tumbó de un bazucazo la puerta de la entonces Escuela Nacional Preparatoria, en San Ildefonso, luego de que un grupo de estudiantes, que acababa de protestar en el Zócalo por los actos de represión policiaca ocurridos la semana previa, corrió a refugiarse en el plantel, perseguido por los militares.


Ayer, casi 56 años después, a una cuadra de donde sucedieron aquellos hechos, un grupo de estudiantes que exigen que el Presidente de la República reciba a los padres de los normalistas de Ayotzinapa desparecidos en Iguala hace una década, tiró una de las puertas de Palacio Nacional, mientras el mandatario daba allí su conferencia diaria.


La invasión momentánea del inmueble –primera que ocurre desde el 15 de septiembre de 1847, cuando las fuerzas invasoras estadunidenses lo ocuparon e izaron su bandera– ha dado lugar a toda clase de interpretaciones. Hay quien piensa que se trató de una pantomima, pues los manifestantes no encontraron mayor resistencia para llevar hasta la calle de Moneda una camioneta de la CFE y usarla como ariete para abrir el portón.


En todo caso, los acontecimientos de ayer por la mañana muestran en toda su dimensión el gran desgaste que ha sufrido la relación entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el movimiento de Ayotzinapa, con el que el tabasqueño se comprometió a resolver el caso desde los tiempos de su campaña electoral, es decir, descubrir cuál fue el destino de los muchachos y hacer justicia.


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Hoy, a menos de siete meses de que concluya su gobierno, ese objetivo sigue sin estar a la vista, pese a que el año pasado anunció que la investigación la encabezaría él mismo. Los padres de los 43 desaparecidos, quienes la semana pasada iniciaron un plantón en el Zócalo, exigen la entrega de 800 folios militares –que a su juicio podrían contener claves de lo sucedido con sus hijos–, y el Presidente, quien no desea importunar al Ejército, ofrece solamente hacerles una relatoría de cómo las autoridades que estuvieron a cargo de la investigación el sexenio pasado, entre otros, manipularon las evidencias “para proteger a ciertas gentes”.


Enterado sobre lo que sucedía a las afueras de Palacio, López Obrador quiso distinguir entre los padres de los normalistas y quienes se manifestaban, y puso un empeño especial en criticar a “los supuestos defensores de derechos humanos” que asesoran al movimiento de Ayotzinapa, los cuales, aseveró, usan el caso como “bandera contra nosotros”. Además, los acusó de prohibir a los padres “hablar con nosotros”.


Pocos minutos después de que se terminó la conferencia mañanera, entrevisté en Imagen Radio a Clemente Rodríguez, padre del estudiante desaparecido Christian Rodríguez. Le pregunté sobre la diferenciación que hizo el Presidente, quien además dijo que siempre sí recibirá a los padres en “15 o 20 días”.


Esto me contestó: “El Presidente ha sido necio. Ya se le dijo que a nosotros nadie nos manipula, ningún representante, ningún abogado que lleva el caso. Nosotros hacemos todo por el amor a nuestros hijos. Yo siento que el gobierno no le ha dado continuidad a la investigación”.


—El anuncio que hizo hoy (miércoles) de que los recibe en 15 o 20 días, ¿ya se los habían avisado?


—No, nosotros lo conocimos por los medios, después de que lo dijo en la mañanera. Pero ¿por qué dobló el brazo el Presidente? Pues porque nosotros le metimos presión.


La insólita invasión del Palacio Nacional sucedió cuando los miembros del movimiento de Ayotzinapa estaban levantando su plantón para regresar a Guerrero. “A lo mejor pensaban que ya nos habíamos desgastado, pero nosotros, por el amor a nuestros hijos, entramos como sea”.


No es, desde luego, la primera vez en la historia que había manifestantes a las puertas del recinto. Si no habían entrado antes, dice mi compañero de páginas José Elías Romero Apis, es porque, “de una u otra manera, los habían atendido”.


El Presidente quizá pensó que terminaría su gobierno, el 30 de septiembre próximo, con el caso resuelto. Justo en esas fechas se cumplirán diez años de la ausencia de los 43. Como se ven las cosas, pinta para una despedida muy amarga.


 

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