1994-2024: el saldo de dos visiones económicas

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 09 Ene 2024 - 09:45hrs

A principios de enero se cumplieron tres décadas de dos hechos que marcaron la historia reciente del país: la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (hoy T-MEC) y el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que tenía en su agenda oponerse a la apertura comercial. Para saber cómo evolucionó el país en esos 30 años, se pueden tomar como ejemplos dos estados: Chiapas, la cuna del neozapatismo, y Guanajuato, una de las entidades que más apostó por las oportunidades que creó el TLCAN.


Hasta 1990, ambas entidades tenían una presencia predominante de las actividades primarias en su economía. Sin embargo, eso empezó a romperse poco después en Guanajuato con la instalación de la primera planta automotriz en el estado, la de General Motors en el municipio de Silao.


En 1980, el Producto Interno Bruto de una y otra entidad tenía una diferencia de 43% a favor de Guanajuato (227 mil 935 millones de pesos contra 158 mil 583 millones de pesos, Inegi, base 2013). En ese momento, Chiapas tenía casi el doble de población que Guanajuato. El PIB per cápita era de 192 mil pesos en Guanajuato y de 76 mil en Chiapas. Para 1990, Guanajuato había rebasado a Chiapas en número de habitantes (3.98 millones contra 3.21 millones). Y, sin embargo, el PIB per cápita se mantuvo estable en uno y otro estado.


La gran ruptura entre los dos modelos económicos —uno basado en el aprovechamiento de la apertura y otro en la perpetuación de los subsidios—ocurrió a partir de 1994. Ese año, la diferencia de la riqueza estatal entre Guanajuato y Chiapas era aún de 44% (324 mmdp contra 225 mmdp). Una década después, ya era de 89%; dos décadas después, de 108%, y hoy en día, con los datos más recientes (2021), de 154 por ciento.


Mientras Guanajuato cuenta actualmente con 46 parques industriales, Chiapas tiene apenas cinco. En el primer estado hay siete plantas automotrices, que han atraído a decenas de empresas proveedoras; en Chiapas no hay una sola.


El discurso neozapatista creó una debida concientización sobre los rezagos en los que vivía —y sigue viviendo— la población indígena, la más pobre del país. Sin embargo, la solución que se le buscó dar desde el poder público fue la inadecuada: una apuesta por el asistencialismo, aplicada durante ese lapso por sucesivos gobiernos de PRI, PAN y Morena.


Pese a ello, la pobreza ha tenido un estancamiento en Chiapas. Entre 1990 y 2022, el porcentaje de la población estatal en esa situación bajó menos de ocho puntos, de 75.1 a 67.4%, de acuerdo con datos del Coneval. En cambio, en Guanajuato, descendió casi veinte puntos, del 61.6 al 42.7 por ciento.


Otra forma de comparar las estrategias económicas en uno y otro estado es la tasa de informalidad laboral: mientras en Guanajuato ésta era de 52.9% al segundo trimestre del año pasado, en Chiapas era de 76 por ciento.


O el endeudamiento estatal: 11 mil millones de pesos en Guanajuato, que representa 1.3% del PIB y 11.4% del presupuesto, contra 19 mil millones de pesos en Chiapas, que significa 7% del PIB y 18.2% de los egresos anuales.


Son muchas las comparaciones que pueden hacerse entre el desarrollo de una y otra entidad y así ilustrar lo que ha dejado cada uno de los caminos elegidos: la liberalización comercial y el asistencialismo. Hay a quien le gusta llamar “salario de hambre” lo que se paga en la industria maquiladora y, así, tratar de desacreditar el modelo que mayor prosperidad ha creado en México en los tiempos modernos.


Sin duda, hay mucho que se puede y se debe hacer en el terreno de la productividad para incrementar el ingreso laboral, pero un empleo formal es la llave de la libertad económica mientras que la perpetuación de los llamados programas sociales ancla a los recipiendarios en la sobrevivencia y la dependencia política respecto de los gobiernos que los otorgan.


BUSCAPIÉS


Hay algo en lo que sí se pueden comparar Guanajuato y Chiapas: el deterioro del Estado de derecho que implica la presencia de cárteles que ordeñan la economía ante la ineficacia y hasta la indolencia de las autoridades.

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