¿Por sus principios?

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 21 Dic 2023 - 09:30hrs

El 12 de noviembre de 2017, Eruviel Ávila Villegas, entonces delegado presidente del PRI en la Ciudad de México, visitó Tlalpan para “escuchar a la militancia” del partido e invitarla a “reconstruir la confianza de la ciudadanía en el tricolor”, de acuerdo con un comunicado de la organización.


La llegada del exgobernador del Estado de México a la dirigencia del PRI capitalino se dio poco después de que Claudia Sheinbaum fuera declarada ganadora de la encuesta para ser candidata a la Jefatura de Gobierno.


Al momento de participar en ese proceso interno de Morena, ella era titular de la delegación Tlalpan. Estando en ese cargo enfrentó señalamientos por la responsabilidad de las autoridades locales en el otorgamiento de los permisos de construcción que llevaron al derrumbe del colegio Rébsamen y a la muerte de 26 personas en el sismo del 19 de septiembre de 2017.


En su visita a Tlalpan, Ávila no dejó pasar la oportunidad de lanzar una pulla a Sheinbaum.


“No saben cuánto lamento esas vidas que se perdieron (…) No es posible que haya sido producto de la omisión, de la negligencia, y posiblemente también de actos de corrupción de las autoridades de Tlalpan, eso no lo vamos a perdonar y se lo vamos hacer ver a la gente, no queremos ni un Rébsamen más”, afirmó.


Luego habló de la “fractura de las izquierdas” en la ciudad y llevó su crítica al plano nacional. “No voy a permitir que México se vaya por la borda, que el país retrase su reloj 200 años con la llegada de un mesiánico, eso no lo podemos permitir compañeras y compañeros”, arengó.


Por esas mismas fechas, Ávila dio una entrevista al periodista René Delgado en la que afirmó que Sheinbaum no estaba capacitada para servir a la ciudad.


El mexiquense no duró mucho tiempo como líder del priismo capitalino. En diciembre de ese mismo año se convirtió en vicecoordinador de la campaña presidencial de José Antonio Meade.


En mayo de 2018, posteó en su cuenta de Twitter un mensaje dirigido a Andrés Manuel López Obrador: “¿Cómo vas a justificar la inclusión de delincuentes en tu gabinete y candidaturas de tu partido?”


Un lustro después, el hoy senador Ávila —elegido bajo las siglas del PRI— ha cambiado completamente su punto de vista sobre Claudia Sheinbaum y la autodenominada Cuarta Transformación.


Él y un grupo de tránsfugas priistas —agrupados en el membrete Alianza Progresista— dieron una conferencia de prensa el martes para anunciar su adhesión a la candidatura de Sheinbaum.


“Yo le apuesto a que le vaya muy bien a México y eso se va a lograr con la doctora Claudia Sheinbaum”, dijo, al tiempo que aseguró que ésta “ya está lista” para dirigir a la nación. “Tiene experiencia y sabe gobernar (…) Tiene las tablas y conocimiento para entregar buenas cuentas. Tiene la sensibilidad para seguir transformando a este gran país”.


A menos de que el verdadero Eruviel haya sido abducido y esas últimas palabras fueron pronunciadas por un impostor o un holograma alimentado por la inteligencia artificial —como la que clonó la voz de Martí Batres—, el senador debe creer que a todo el mundo se le ha olvidado lo que decía antes sobre Sheinbaum.


Los tránsfugas sostienen que no los anima la búsqueda de un hueso, sino sus principios. Pero ¿cuáles son los principios de quienes súbitamente se deciden a hacer bola con los aparentes ganadores? ¿Cuál es la evidencia de los principios de Eruviel Ávila, qué sacrificio se le conoce? ¿Qué motivó a Adrián Rubalcava a volverse súbitamente una lapa del oficialismo si no es el hecho de que en el Frente Amplio le negaran el premio que creía merecer?


Y a todo esto, ¿qué necesidad tiene Morena de sumar a sus filas a unos individuos que hasta hace poco tenía por impresentables y que no contenían sus críticas al grupo que hoy está en el poder?


Eso y sus ansias por controlar los órganos electorales mandan la señal de que quizá no las traen todas consigo.

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