Frente Amplio por México: lo bueno, lo malo y lo feo

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 28 Jun 2023 - 08:24hrs

El método para nombrar a quien representará al grueso de la oposición en las elecciones presidenciales de 2024 –que se dio a conocer oficialmente el lunes y sobre el que yo adelanté aquí los aspectos centrales el viernes anterior– tiene virtudes, defectos e inconsistencias.


Comienzo por las primeras:


Un mal acuerdo siempre será mejor que un buen pleito. Los partidos y organizaciones ciudadanas participantes consiguieron negociar un mecanismo de acción conjunta para enfrentar al oficialismo, lo cual logra, de entrada, que haya tiro en lugar de lo que hubiera sido round de sombra. Los meses que vienen dirán qué tan pareja será la contienda, pero al menos habrá motivaciones para ir a votar.


El proceso de la oposición le permitirá afinar su organización rumbo a los comicios de 2024, pues realizar una elección primaria, a diferencia de lo que sucede con una encuesta, hace posible estudiar la distribución geográfica y el estado de ánimo del electorado. Asimismo, participar en debates le vendrá bien a quien se convierta en el o la “responsable nacional para la construcción del Frente Amplio por México” (¿cuál será el acrónimo de eso, “Renacuajo”?), que es un eufemismo para nombrar al ganador o ganadora de este ejercicio. Será un entrenamiento equivalente a una pretemporada en el deporte organizado.


Lo anterior es, sin duda, bueno. Pero ahí le va lo malo:


Esto no es una serie; no debieran ofrecerla por capítulos. Algo sucedió el lunes que pospusieron difundir la integración del comité organizador y el comité de vigilancia (aparentemente lo harán mañana, aunque ha habido varias versiones de eso). Junto con ello, quedaron a deber muchos detalles, como cuál será y cómo funcionará la aplicación que se usará para recabar las firmas de apoyo a los participantes; hasta cuántas de ellas podrán recibirse en una misma entidad federativa; qué tipo de actividades se financiarán con las prerrogativas de los partidos y cómo se pagarán los gastos que no queden ser cubiertos por ellas; cuáles serán las empresas que aplicarán las encuestas contempladas por el método (a las que los convocantes no les quieren llamar encuestas), y un largo etcétera de cuestiones no resueltas. Se entiende que la negociación ha sido complicada, pero debieron haber salido a informar ya con todo claro.


Y aquí viene lo feo:


La contienda entre los aspirantes que provengan de los partidos y los que surjan de las organizaciones ciudadanas es muy dispareja. Es como poner en un mismo ring a un peso completo y a un wélter. Estoy de acuerdo con quienes dicen que si alguien no puede juntar 150 mil adhesiones, mejor que no piense en la Presidencia. Pero eso es sólo parte del problema, pues si va a ser válido que el listado de votantes que se integrará para la elección primaria del 3 de septiembre se nutra con los padrones de los partidos, aquellos participantes que militen en alguno de ellos tendrán una considerable ventaja sobre los que no. Los partidos están acostumbrados a movilizar (eufemismo de acarrear) y tienen mecanismos probados para ello.


En resumen, el método opositor no es perfecto, pero al menos pinta para que emerja de él un candidato o candidata capaz de dar pelea. Y lo seguro es que la contienda de la oposición va a ser mucho más entretenida de seguir –y cubrir, para nosotros, los periodistas– que los insulsos recorridos de las corcholatas que sólo compiten para ver quién puede decir más alabanzas al presidente López Obrador.


BUSCAPIÉS


*Los opositores sostienen que ésta es la primera vez que se usa la figura de “frente”, contemplada en la Constitución y la ley electoral. Me temo que no es así. En 2011, después de la encuesta entre López Obrador y Ebrard, se creó el Frente Amplio Progresista, para agrupar a PRD, PT, MC y Morena.


*Si Enrique de la Madrid se alza con el triunfo en el bando opositor, será la segunda vez en 24 años que esté en la boleta un retador del oficialismo que sea hijo de un expresidente. Quizá porque nuestra política es anatémica (José Elías Romero Apis dixit) nunca ha llegado a ese cargo un hijo de quien ya lo detentó.

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