Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 22 Jun 2023 - 08:46hrs
En estos días me han preguntado si es necesario dispensar atención mediática al proceso interno de Morena, dado que se trata de una campaña adelantada que rompe con el calendario que establece la ley electoral para el proselitismo.
Yo sostengo que sí, y justo por esa razón, entre otras. Entiendo que el objetivo con el que se diseñó el recorrido de los concursantes es acaparar la discusión pública, pero lo cierto es que hay posibilidades de que la persona a la que se declare ganadora de la encuesta sea la misma que suceda al presidente Andrés Manuel López Obrador. Así que el interés público es evidente.
Ahora bien, eso no significa hacer una cobertura acrítica de esas giras. Por ejemplo, deben subrayarse los dichos y los hechos que pudieran implicar una violación a la ley. Si en un momento dado, la autoridad electoral hace observaciones, dicta medidas cautelares o incluso rechaza el registro de la candidatura de uno o más participantes, el registro periodístico de este proceso será un elemento de contexto muy relevante.
Tampoco debe llevarnos, tanto a periodistas como ciudadanos, a olvidar los otros asuntos de interés público que están sucediendo. Si el propósito de este ejercicio es que nos olvidemos de ellos, se trata de no darles ese gusto.
Yo tengo claro que, mientras transcurre la danza de las corcholatas, están ocurriendo cosas importantes. Algunas de ellas graves.
Menciono dos:
Primero, el estrés al que está siendo sometido el sistema eléctrico. Sin inversión suficiente para garantizar su infalibilidad, la generación y distribución de la energía se está viendo en aprietos por el calor que agobia al país desde hace varios días. El martes se rompió el récord de consumo de electricidad y, simultáneamente, el Centro Nacional de Control de Energía se declaró en “estado operativo de alerta”, al bajar a 6% su margen de reserva operativa.
Eso significa que la diferencia entre la oferta y la demanda se ha estrechado peligrosamente. Si viniera una falla –o un conjunto de fallas– que redujera el suministro de electricidad, podrían suceder apagones regionales más o menos importantes. Incluso una medida remedial podría ser que se le solicite a la industria que entre en paros técnicos.
Todo esto se hubiese evitado o atenuado de no predominar una visión ideológica estatista en el sector y se permitiera la participación de la iniciativa privada, sobre todo en el área de renovables. Y recordemos que, si bien es grave que ciudades completas se queden sin luz por falta de inversión –como le sucedió a Huetamo, Michoacán, donde la temperatura ha superado los 45 grados–, también lo es que el país no esté debidamente preparado para garantizar energía a los inversionistas que quieran instalarse en México como parte del nearshoring.
Otro tema del que no debemos olvidarnos por el concurso de las corcholatas es la violencia. Además de los delitos puntuales que ocurren en todo el país, el enfrentamiento de los grupos criminales está dando lugar a un fenómeno de desplazamiento interno.
El episodio más reciente tiene lugar en Michoacán, donde unos 800 habitantes de comunidades como Las Bateas, Llano Grande y El Tepetate, del municipio de Apatzingán, han tenido que dejar sus hogares y sus tierras por la disputa territorial que protagonizan grupos armados.
En meses recientes, otros estados han vivido situaciones similares, como Chiapas, Guerrero, Zacatecas y Chihuahua, lo cual da cuenta de que hay lugares del país donde no mandan las autoridades.
Además, en Apatzingán, los delincuentes han sembrado minas antipersonal en brechas del municipio, una de las cuales explotó y lesionó gravemente a personal militar hace unos días.
En resumen, la competencia de las corcholatas por ganarse el corazón del Presidente no es lo único ni lo más importante que ocurre en México. Debemos seguirla por lo que pudiera significar en el futuro, pero no limitarnos a tener ojos sólo para ella.