Tinta y tinte de una mujerValeria Aime Tannos Díaz |
| 26 Nov 2024 - 08:34hrs
Me voy a tomar la libertad de ocupar este espacio para hablar de los pechos de las mujeres, de esa gran parte del cuerpo que puede lucir bonita. Para muchas personas es una herramienta del deseo sexual. Son una herramienta para la atracción física hacia una mujer, o para burlarse de los pechos que son pequeños o de las mujeres que ya no los tienen. Pero lo abordaré desde una perspectiva diferente a la que muchos podrían verla.
Históricamente, los pechos de las mujeres han sido sexualizados y han sido una herramienta importante para apoderarse de nuestro cuerpo y también para controlarnos. Se han utilizado, desde hace muchos siglos, en nuestra contra. Parece que nos han arrebatado nuestros pechos y han hecho con ellos hasta campañas de marketing para atraer la atención de los consumidores.
Desde la edad media, con ayuda de la intervención religiosa, se obligaba a cubrir los pechos de las mujeres y a controlarlos, lo que provocó un aumento en el deseo sexual cuando se mostraban. En la Europa Renacentista y barroca se aumentó también el deseo de los pechos al verlos como símbolo de sexualidad y erotismo, lo que provocó más control sobre nuestros cuerpos.
En el siglo XX el mundo del cine y de la publicidad intensificó la sexualización de los pechos para vender productos y para captar la atención. Por supuesto que eso vendió y funcionó tan bien que se dejó ver a los pechos como fuente de alimento para los bebés, tanto así que hasta en la actualidad (algunos) siguen juzgando y se siguen incomodando al ver a una mamá lactar.
Los pechos se ven bonitos en las revistas, en mujeres sensuales, en productos para hombres, en la televisión en escenas eróticas, en fotografías y en flashbacks que utilizan para desbordar la pasión, pero ¿Qué pasa cuando esos mismos pechos quedan al descubierto en algún lugar para que una madre alimente a su bebé? ¿Por qué suelen incomodarse tanto? Son los mismos pechos que les dan placer.
Socialmente, y gracias al sistema patriarcal y neoliberal, aprendimos que esos hermosos pechos que existen originalmente en nuestro cuerpo para la supervivencia de un bebé deben incomodar cuando las personas no tienen el control para para apoderarse de ellos y para decidir en qué momento deben quedar al descubierto. No hay tanta explicación; se trata de control.
Tal vez, lector, no hayas tenido el tiempo de investigar un poco más acerca de la lactancia materna en México, por eso aquí te dejaré unos datos muy buenos; en México, según el INEGI, existen 8.8 millones de mujeres que son lactantes, lo cual se trata en porcentaje, de un 6.9% aproximado de todos los habitantes del país, podrías pensar que es muy poco, pero sí es muy alto porcentaje y cambia todos los días.
También, investigando, descubrí que en nuestro país existen únicamente 27 salas de lactancia, según el Voluntariado Nacional de Salud. Ese número sí es muy bajo para la cantidad de mujeres que están lactando. México tiene un gran problema de dignificación de la lactancia materna y con las mujeres que la están llevando a cabo. Una de las principales causas de esta nula dignificación es la invisibilización.
Aunque con el paso de los años este prejuicio social y esta discriminación han disminuido, sigue ocurriendo. Un día podrías toparte con una madre a la que han sacado de algún espacio público por ese motivo y, aunque la ley no prohíbe este acto, tampoco lo regula, únicamente se plasma que no se puede discriminar a las madres lactantes en espacios públicos en la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación
El problema de la sexualización de los senos de las mujeres no se queda en aquellas normas de redes sociales en las que las mujeres no podemos enseñar los pezones, pero los hombres sí. Este acto trasciende a que una persona lactante tenga que ser humillada, criticada, juzgada o vista con miradas lascivas por estar dándole de comer a otro ser humano. Es una necesidad básica de los humanos y se han encargado de deshumanizarla.
Se debe dignificar y normalizar la lactancia materna en México. Se debe dejar de juzgar, sexualizar y de controlar nuestros cuerpos. El acto de vernos solo como objetos o seres de placer restringe toda nuestra autonomía, se nos roba el derecho que tenemos sobre nosotras mismas y sobre partes de nuestros cuerpos, que más que para ser excitantes, son para dar vida a otros seres humanos.
Debido a la estigmatización de la lactancia y a la deshumanización de las mujeres, existen movimientos sociales, como las Lactivistas que se oponen a las injusticias hacia las mujeres que amamantan y que luchan por dignificar, visibilizar y legitimar este acto tan infravalorado. Una de las formas en las que se lleva a cabo la lucha de las Lactivistas es a través de manifestaciones masivas en espacios donde se han discriminado a las mujeres por lactar.
Una de las más grandes y famosas en el país sucedió en 2016 en el museo Soumaya, en el cual se le pidió a una mujer lactante que saliera del museo por darle de comer a su bebé en una sala de exhibición y la forma de manifestarse fue convocar a muchísimas mujeres a una “tetada masiva” en la cual todas las mujeres se descubrieron los pechos para amamantar a sus hijos. Fue impresionante.
Queridos lectores, es momento de hacer conciencia y de dejar de ver nuestros pechos como objetos de placer humano para su consumo. Nuestros pechos son nuestros y me refiero también al control de la lactancia materna. Es momento de visibilizar y humanizar un acto cotidiano. Nuestros senos son parte fundamental de la vida humana y no están para ser vistos de forma lasciva. Es tiempo de querer dejar de controlar nuestros cuerpos y todo lo que ello conlleva.