La transición pacífica, un valor imponderable

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 05 Sep 2023 - 09:05hrs

Durante más de dos décadas —entre 1911 y 1932—, México vivió una etapa de inestabilidad en el ejercicio del poder que se caracterizó por una gran rotación en la Presidencia de la República, así como transferencias de mando marcadas por magnicidios, renuncias, revueltas y asonadas.


En dicho periodo, el país tuvo 16 encargados del Ejecutivo. Dos presidentes fueron asesinados, lo mismo que un presidente electo. Varios más renunciaron a sus cargos, entre ellos Porfirio Díaz y Pascual Ortiz Rubio, elegidos en comicios constitucionales en uno y otro extremo de ese lapso.


Eventualmente, México logró normalizar sus procesos sucesorios. La lucha por el poder dejó de estar marcada por la violencia, si bien no faltaron esporádicos episodios sangrientos, como el homicidio de Luis Donaldo Colosio en 1994.


A diferencia de lo ocurrido en buena parte de América Latina, de 1934 a la fecha, acá las elecciones y los cambios de poderes han ocurrido en los tiempos marcados por la Carta Magna. Esa continuidad en la entrega y recepción del mando, con todo y las frustraciones que han generado nuestros procesos democráticos, ha dado lugar a una estabilidad que no se conoce en todos lados. Ese valor debiera estar en la cabeza de gobernantes y gobernados en la medida en que México se adentra en la sucesión de 2024.


Hace un siglo, como lo hemos estado relatando en las páginas de Excélsior, la lucha por el poder produjo una rebelión armada en el sureste. No debemos desconocer de dónde venimos y el trabajo que costó llegar a donde estamos en materia democrática, con todo y lo que falta por avanzar.


Para poder atajarlos, los riesgos de retroceso no deben minimizarse. Lamentablemente, vivimos una etapa caracterizada por una polarización cada vez más acendrada. Hace tiempo que el presidente en funciones no intervenía tan abiertamente en la lucha partidista, incluso pronosticando la derrota de la oposición en las próximas votaciones. Además, México vive una grave alteración de la paz social en muchas partes de su territorio. Grupos delincuenciales armados, que ya han intervenido en procesos electorales, tienen incentivos de volver a imponer y vetar candidatos a nivel municipal e incluso estatal, sobre todo ahora que la mayoría de los ayuntamientos del país, casi todos los congresos estatales y nueve gubernaturas estarán en juego.


El empeño de todos, comenzando por las autoridades electorales, debiera estar en cuidar la democracia. Sin una estricta equidad en la contienda, el resultado de los comicios presidenciales será cuestionado, dejando a una parte de la sociedad resentida. Encima, si se permite la intervención del crimen organizado —mediante actos de violencia contra candidatos o sus representantes o el financiamiento ilícito de campañas—, se habrá pervertido un mecanismo de resolución pacífica de las diferencias, algo de lo que seguramente nos arrepentiremos por largo tiempo. Los riesgos de que nuestra democracia derive en autoritarismo o desorden institucional son reales. Conjurarlos depende de la voluntad de todos —comenzando por quienes ocupan los más altos cargos del gobierno— para que impere la sensatez. Nunca ha sido más urgente dejar que se exprese la libre voluntad de los ciudadanos.


Tenemos un sistema electoral que ha hecho posible la alternancia en tres de las últimas cuatro elecciones presidenciales. Es cierto que los ganadores de esos comicios han dejado mucho que desear —como ha sucedido en materia de seguridad pública—, pero la posibilidad de cambiar pacíficamente de partido en el gobierno, y hacerlo en tiempo y forma, es un valor que nunca debemos dejar de aquilatar.


BUSCAPIÉS
La llamada “ceremonia del Rey León”, en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador entregará un bastón de mando al ganador o ganadora de la encuesta del oficialismo, se realizará mañana miércoles, mismo día que, se espera, se dará a conocer el resultado de la encuesta. El mandatario no dará, pues, espacio para el pataleo ni para que le hagan reclamaciones. Haya tormenta o calma en Morena, él se irá al día siguiente a su gira sudamericana.


 

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