Apuestas

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 01 Sep 2023 - 08:32hrs

“En unos días más hasta les puedo decir por adelantado quién va a ser el candidato de ellos”, presumió el presidente Andrés Manuel López Obrador. “No me voy a equivocar, ya está eso resuelto”, agregó.


“Se están poniendo de acuerdo arriba, la oligarquía corrupta, saqueadora, para tener un candidato y regresar por sus fueros”, continuó.


“En dos o tres días les digo; o sea, yo les voy a decir porque son consultas arriba, en la elite del poder económico, del poder político, (que) se nutren, se comunican, se alimentan mutuamente”.


Era el 26 de junio pasado. En su conferencia mañanera, el mandatario había dedicado varios minutos a hablar de uno de sus temas más recurrentes: el “fraude” en las elecciones de 2006. En aquel entonces, acusó, las elites económicas y políticas se habían puesto de acuerdo para mantener el poder, y que, tras haberlo perdido en 2018, habían vuelto a juntarse para imponer a un aspirante para contender contra su partido en 2024.


Esa vez, López Obrador fue muy enfático en decir “candidato”. Es decir, especuló que sería hombre quien representaría a la oposición en la elección presidencial del año entrante.


Como llevaba más de un mes intercambiando acusaciones con Santiago Creel —particularmente por la controversia constitucional que éste había presentado contra el decreto presidencial de blindar la información de sus obras emblemáticas—, se esperaba fuera él el “candidato” de quien el Presidente había hablado el 26 de junio.


López Obrador cumplió su dicho, aunque no fueron “dos o tres días” el tiempo que se tomó, sino una semana. El 3 de julio, “reveló” el nombre de la persona quien, según él, abanderaría a la oposición. Y no fue un “candidato” a quien mencionó, sino a Xóchitl Gálvez.


Él mismo la había catapultado a las primeras planas luego de negarse reiteradamente a concederle el derecho de réplica en la mañanera, pese a que un juez había dado la razón a la senadora, quien se había quejado de que el Presidente había tergiversado las palabras que usó cuando habló sobre programas sociales durante una conferencia en Guadalajara.


Ayer, al confirmarse que será ella la aspirante presidencial del Frente Amplio por México, López Obrador se jactó de haber atinado al pronóstico.


“Gané la apuesta, ¿eh? Gané la apuesta. No vayan a decir que no sabía yo de lo que se trataba”.


En realidad, López Obrador con nadie había apostado. Nadie le había tomado apuesta alguna. El Presidente hizo su pronóstico y después lo convirtió en profecía autocumplida, al hablar y hablar y hablar de Gálvez en sucesivas mañaneras. En todo caso, jamás ha mostrado prueba alguna de que la candidatura de Gálvez haya resultado de un pacto de poderosos.


Con sus constantes menciones —y una historia de vida de ella que resulta complicada de combatir por parte del oficialismo—, la popularidad de la hidalguense no dejó de crecer. Superó sin muchas dificultades a sus rivales internos, y luego de las declinaciones sucesivas de Santiago Creel y Beatriz Paredes, amarró la candidatura de la oposición.


En materia de apuestas, López Obrador no ha sido cumplidor. Desde que asumió el poder, en diciembre de 2018, lanzó un reto a los analistas financieros y a los organismos internacionales, que vaticinaban que el país crecería al menos 2% en 2019. Sin embargo, se impuso la realidad económica impulsada por la cancelación del proyecto del aeropuerto de Texcoco y el PIB del país tuvo una caída ese año.


El mandatario no sólo no reconoció haber perdido la apuesta que hizo públicamente —ésa sí—, sino que también afirmó que su gobierno crearía un indicador alternativo al PIB, cosa que nunca se dio a conocer.


Ayer, Xóchitl Gálvez se la volteó y le apostó que Claudia Sheinbaum será la ganadora de la encuesta que se está aplicando para definir quién representará a Morena y sus aliados en la boleta de la elección presidencial. Veremos si hoy el Presidente se la toma o se sale por la tangente como suele hacer cuando un tema le incomoda o lo pone en aprietos.


 

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