Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 04 Sep 2023 - 07:48hrs
Con los hechos del fin de semana, coronados por la recepción de su constancia como ganadora del proceso interno del Frente Amplio por México (FAM), la senadora Xóchitl Gálvez mostró que es suyo el momentum de la contienda presidencial y se hicieron evidentes las dificultades que enfrentará el oficialismo en los próximos dos meses —hasta el inicio legal de las precampañas— para tratar de frenarla.
Comencemos por los sucesos del viernes:
Por primera vez en tiempos de paz, el mensaje del Presidente con motivo de su Informe de Gobierno no se pronunció en la Ciudad de México.
Hasta 2007 había un impedimento legal para hacerlo fuera de la capital, pues la Constitución exigía la presencia del Ejecutivo en la sesión de Congreso General con la que se abre el año legislativo. Eso cambió en 2008 mediante una reforma a la Carta Magna, con la que se hizo necesario sólo entregar el informe por escrito.
Aun así, los presidentes no perdían la oportunidad de leer un discurso en Palacio Nacional, el 1 de septiembre o al día siguiente, ante un público afín. Así lo hicieron Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, hasta que este último decidió trasladar el acontecimiento a Campeche, a fin de que sirviera de marco para la inauguración de los recorridos del Tren Maya.
Extraña decisión en el caso de él, que domina los códigos de la comunicación política, haber abandonado así la sede de los Poderes federales y haber cedido los reflectores al Congreso, pues era obvio que la senadora Gálvez se convertiría en la estrella de ese día, al fijar el posicionamiento de su partido en la tribuna de San Lázaro.
Más extraño aún, a sabiendas de que sus corcholatas están, teóricamente, impedidas de hablar por el periodo de silencio que se les impuso durante la aplicación de la encuesta que arrojará el nombre de quien será el abanderado o abanderada del oficialismo en 2024 —y potencial rival de Gálvez—, misma que termina de aplicarse hoy.
Y todavía más raro, que López Obrador se haya perdido del ojo de la opinión pública en un larguísimo recorrido en el Tren Maya entre Campeche y Mérida. A lo largo de toda la tarde, y mientras Xóchitl acaparaba la atención en el Palacio Legislativo, no se supo casi nada del Presidente, quien llegó a la capital yucateca casi a medianoche, luego de pasarse ocho horas en un traslado que en auto se hace en poco más de dos.
Al día siguiente, sábado, el mandatario dio la nota, pero por malas razones, pues el tren en el que iba debió detener su marcha a medio camino entre Mérida y Chichen Itzá, aparentemente a causa de una falla (aunque más tarde explicaría él mismo que se debió a las pruebas que se están haciendo).
Cuando los reporteros que intentaban cubrir la gira —excluidos de subir al tren— grababan imágenes del convoy detenido, se acercaron elementos de la Guardia Nacional para tratar de impedirlo. En ese contexto, habitantes de los pueblos por donde pasa el ferrocarril expresaron molestia por la presencia de los militares, quienes, dicen ellos, nunca se habían aparecido por los lugares donde residen, tranquilos como casi todo el estado de Yucatán. Mientras, desde Chiapas, Xóchitl Gálvez declaraba que habrá una elección competida en 2024, cuando hace apenas tres meses parecía que ésta sería un día de campo para el oficialismo.
Y así llegó el domingo 3, casualmente “ce xóchitl” o 1-flor en el calendario azteca. Ante varios miles de simpatizantes congregados en el Ángel de la Independencia —lugar que, desde la campaña de Maquío Clouthier, ha sido emblemático para la oposición y de donde partió en noviembre pasado la marcha ciudadana en defensa del INE—, la hidalguense recibió su constancia como ganadora del proceso interno del FAM.
Aún faltan dos días para que se conozca el resultado de la encuesta del oficialismo, pero, gane quien gane —y ya veremos si logra hacerlo sin pleitos—, tendrá el reto de hacerse escuchar sin tener un cargo público y sin que lo (la) enmudezca la voz de Xóchitl Gálvez. Ésta, como senadora en funciones, tendrá micrófono durante prácticamente todo el periodo de sesiones, para seguir dando la nota.