Jugando con fuego

Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

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| 24 Ene 2024 - 08:09hrs

En la batería de iniciativas de reforma constitucional que ha anunciado para el 5 de febrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador propondrá –según se ha dicho– la desaparición de organismos públicos autónomos como el Inai, la Comisión Federal de Competencia y el Instituto Federal de Telecomunicaciones.


Como he comentado aquí desde el 8 de diciembre pasado, el objetivo de dichas iniciativas no es que se aprueben las reformas –recordemos que el oficialismo carece de mayoría calificada en el Congreso–, sino exhibir a la oposición política como reticente al cambio. Sin embargo, creo que podría tener un efecto adicional, incluso indeseado para el gobierno: mostrar a México como poco comprometido con el cumplimiento del T-MEC.


¿Por qué lo digo? Porque si uno revisa el texto del acuerdo comercial, hay secciones en las que de manera explícita o de facto se exige a los países socios que tengan instituciones como las que quiere desaparecer el presidente López Obrador.


Por ejemplo, el artículo 21.1 establece que “cada parte mantendrá leyes nacionales de competencia que prohíban las prácticas de negocios anticompetitivas”, así como “una autoridad o autoridades nacionales de competencia responsables de la aplicación de sus leyes nacionales de competencia”.


Una interpretación estricta del texto podría llevar a concluir que México estaría incumpliendo sus compromisos con Estados Unidos y Canadá en caso de abolir a la Cofece, que es la autoridad que en México se encarga de aplicar la legislación en la materia.


De por sí el gobierno de López Obrador ha llevado al límite la relación comercial con sus socios en rubros como la energía y la biotecnología, lo cual ha causado que se le convoque a consultas, con el peligro de que se integren paneles de controversia en los que México podría ser obligado a compensar sus faltas mediante la aplicación de aranceles.


Pero, además, la posibilidad muy real de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca en un año representa un riesgo adicional para México, pues bien sabemos que el empresario no es muy afecto a las relaciones comerciales en las que Estados Unidos no obtiene un claro superávit.


Durante su primera campaña electoral, en 2016, Trump llamó al entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), “el peor acuerdo comercial firmado por Estados Unidos” y lo responsabilizó de la pérdida de empleos en su país. Ya en la Casa Blanca, amenazó con salirse de él, pero México y Canadá lo convencieron de renegociarlo.


Así surgió el T-MEC, que si bien no es todo lo favorable para México como era el TLCAN, ha seguido siendo una fuente fundamental de desarrollo por la vía de inversiones. Tan es así que en 2020, primer año de operación del T-MEC, el superávit comercial de México con Estados Unidos fue de 112 mil 722 millones de dólares y dos años después ya era de 130 mil 552 millones de dólares, con todo y los efectos de la pandemia.


¿Qué pensará Trump de esos datos si llega a ganar las elecciones presidenciales de noviembre entrante? Es probable que concluya que la renegociación no cumplió sus expectativas y que haría falta emprender una nueva revisión, incluso antes de que tenga que hacerse en 2026, como quedó estipulado en el texto del acuerdo.


Hasta ahora, Washington ha tenido cuidado en no sancionar los incumplimientos en los que presuntamente ha incurrido México. Y eso es porque el gobierno de Joe Biden calcula que necesita la colaboración mexicana para que la frontera común no se desborde de migrantes.


No obstante, eso puede no importar a Trump, quien en mayo de 2019 amenazó con imponer aranceles a México si no ponía orden en el tema migratorio y logró que López Obrador pusiera a la Guardia Nacional a trabajar en la contención de las personas extranjeras indocumentadas.


¿De verdad quiere México dar pretextos para que un gobierno trumpista –o uno demócrata menos estresado de lo que está ahora– limite los beneficios de un acuerdo que se ha vuelto una mina de oro para nuestro país, especialmente en los tiempos del nearshoring? Eso es jugar con fuego, sobre todo si el gobierno está tan seguro del triunfo de Claudia Sheinbaum.

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