Bitácora del directorPascal Beltrán del Río |
| 28 Mar 2022 - 08:48hrs
El oficialismo apuesta a que la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador será suficiente para sacarlo adelante del compromiso electoral del domingo 5 de junio, cuando se renueve casi la quinta parte de las gubernaturas del país. De hecho, todo el propósito de la torcida consulta de revocación de mandato –que se celebrará cuando ya hayan comenzado formalmente las campañas– es, justamente, demostrar que el mandatario no ha perdido su ascendencia sobre la ciudadanía.
Sin embargo, a diferencia de la boleta que estará en las casillas el domingo 10, la que se cruzará en menos de dos meses después no contendrá el nombre del mandatario. Y ya vimos que el apoyo a su persona no se traslada en automático a los candidatos de su partido.
En Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas –los estados que tendrán comicios–, la oposición ha encontrado una vía para horadar las intenciones de voto a favor de Morena y sus aliados. Consiste en no atacar al Presidente, sino hacer énfasis en las políticas gubernamentales que provocan malestar en la ciudadanía.
Entre éstas se encuentran la persistente escasez de medicinas, la resistente inseguridad en las calles, la incierta marcha de la economía, el desdén oficial por las afectaciones al medio ambiente, los escándalos de corrupción y abuso de poder que han brotado en el círculo cercano del Presidente y los recortes en programas sociales como el que dio lugar a la cancelació de la Escuelas de Tiempo Completo
Aún es temprano para saber si tendrá éxito dicha estrategia opositora. Pero recordemos que los primeros indicios que hubo sobre las elecciones de junio entrante es que el oficialismo se llevaría cinco de las seis posiciones en juego y hoy, todo indica, hay mayor equilibrio en el tablero.
Morena y sus satélites están descansando sobre la aprobación presidencial, confiados en que ésta resultará suficiente para sacarlos adelante.
Puede ser que esa impresión se refuerce con motivo de la consulta que tendrá lugar en 13 días, pues es previsible que la revocación –reconvertida en ratificación– arroje un apoyo clarísimo a favor del mandatario. Pero hará mal el oficialismo en limitarse a leer el porcentaje de votos a favor de que “siga” López Obrador, pues ese ejercicio será una fiesta casi exclusiva de los simpatizantes de éste.
El oficialismo muy probablemente celebrará el triunfo arrollador del Presidente el 10 de abril, mientras la oposición habrá tomado nota de las capacidades de operación en el terreno de sus rivales y tendrá oportunidad de contrarrestarlas el 5 de junio. En otras palabras, el oficialismo, obligado por el deseo de López Obrador de sentirse querido, desnudará su estrategia de movilización del voto, mostrando sus fuerzas y debilidades y permitiendo que la oposición tenga tiempo de fabricar un antídoto.
Creer que basta la popularidad del Presidente para ganar elecciones no es sólo un autoengaño –porque está visto que a la gente le puede caer bien el mandatario y, al mismo tiempo, estar inconforme con los resultados de su gobierno–, sino una mala estrategia, pues permite que la oposición subraye los yerros de la políticas lopezobradoristas sin construir un discurso de respuesta. Hay dos ejemplos claros de esto: el desabasto y el encarecimiento de las medicinas, que están minando la salud y las finanzas de los ciudadanos, y las imágenes de la selva talada y las cavernas que han aparecido en el frágil suelo de la península de Yucatán, producto de la construcción del Tren Maya.
El Presidente puede repetir en sus conferencias mañaneras que ambas cosas son producto de la mala fe de sus adversarios y, con ello, eludir su responsabilidad, pero quien corre el peligro de pagar la factura entre los pacientes y sus familias es él, por un lado, y, por el otro, entre los jóvenes, a los que les importa mucho la defensa de la naturaleza, es Morena.
La oposición lo sabe y está dejando de atacar a López Obrador –quien, insisto, no estará en la boleta en junio– y centrando sus baterías en su partido.