| 15 Abr 2025 - 11:17hrs
Por fin una neumonía/ mató a don Mario y están/ las campanas todo el día/ doblando por él, din dan.
La partida de Vargas Llosa (1936-2025) señala al último de los mohicanos del boom latinoamericano, que se centró junto con él en otros tres novelistas: Julio Cortázar (1914-1984), Carlos Fuentes (1928-2012) y Gabriel García Márquez (1927-2014).
Si, como vemos, las edades no los unifican generacionalmente, sí coincidieron en sus mejores años de producción literaria: La muerte de Artemio Cruz de Fuentes, es de 1962; Rayuela de Cortázar y La ciudad y los perros de Vargas llosa datan de 1963, y Cien años de soledad de García Márquez fue publicada en 1967.
La verdadera impulsora del boom latinoamericano fue la agente literaria catalana Carmen Balcells, que tuvo la idea de publicar a autores latinoamericanos en las editoriales de Barcelona, que son las más poderosas de habla hispana. No por nada Vargas Llosa le decía “la mamá grande del boom latinoamericano”.
Bien, Mario Vargas Llosa se definió por dos características únicas, en lo literario por su enorme capacidad técnica y sus estudios de doctorado, y en lo ideológico, por su vuelta a la derecha después de haber sido un entusiasta glorificador de la Revolución Cubana, cosa que nunca le perdonaron Julio Cortázar, un embebido promotor de la Revolución Sandinista; Gabo, que nunca dejó su amistad profunda con Fidel Castro ni su apoyo a Cuba, y Carlos Fuentes, que se manejó siempre en los límites de una izquierda liberal y moderada, y veía con malos ojos a los conservadores.
De su capacidad como escritor dan cuenta las verdaderas hazañas sintácticas y literarias que lo llevaron a escribir una novela muy compleja narrativamente, Conversación en catedral (1969) -tal vez, como el Ulises de Joyce, una obra de innovación escrita más para escritores que para lectores-. Pero también se arriesgó con el uso del humor en Pantaleón y las visitadoras, en la que convierte en lenguaje literario el formato de los oficios burocráticos, y con La tía Julia y el escribidor, con la que hace gala de sus habilidades para hacer de guiones radiofónicos una narración espectacular.
Mario también se arriesgó en escribir -re-escribir, diría yo- a partir de Los sertones, un clásico de la literatura brasileña, de Euclides da Cunha, que convirtió en La guerra del fin del mundo, una novela histórica y romántica de altísima calidad.
La obra de Vargas Llosa fue muy grande también en lo cualitativo. Sumó más de 20 novelas, tres libros de cuentos, dos obras para niños y varios volúmenes de ensayo. Entre estos últimos destacan García Márquez, La historia de un deicidio, y La orgía perpetua, sobre Madame Bovary de Flaubert. También escribió unas diez obras de teatro.
Y por si fuera poco, llegó a escribir textos en portugués y en catalán.
La Semana Santa es una buena oportunidad para meterse en los libros de Vargas Llosa y releerlos, que es el mejor homenaje que se puede hacer a tan enormísimo escritor.
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