Desde el CaféBernardo Gutiérrez Parra |
| 12 Jul 2024 - 12:54hrs
Tan cierto es que el PRI llegó a su cenit en el sexenio de Adolfo López Mateos, como falso que haya comenzado su caída con Gustavo Díaz Ordaz. Por el contrario, durante la administración del poblano el tricolor siguió en la cumbre como un partido hegemónico poderoso e inamovible, al que no le hicieron mella los sucesos de 1968.
Fue durante la llamada Docena Trágica, en los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo, que el partido se empezó a cuartear por las pésimas administraciones de estos sujetos (latrocinio, corrupción y devaluaciones). Pero no tuvo problemas para llevar a la presidencia de la República a Miguel de la Madrid Hurtado.
Con De la Madrid vino el primer cisma. Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y un tal Andrés Manuel López Obrador junto con 500 militantes, abandonaron al tricolor para fundar años después (el 5 de mayo de 1989) el Partido de la Revolución Democrática
Pero mientras esto sucedía, Cárdenas compitió en 1988 por la presidencia abanderado por el PPS, PARM, PFCRN y PMS, partiditos que se aglutinaron en el Frente Democrático Nacional y le metieron el primer gran susto al PRI.
Miguel de la Madrid y su secretario de Gobernación Manuel Barttlet, tuvieron que recurrir a todo el poder del Estado para echar abajo el triunfo de Cuauhtémoc con la famosa caída del sistema.
Carlos Salinas de Gortari llegó a la presidencia muy cuestionado, pero actuó rápido. Metió a la cárcel a los líderes petroleros encabezados por Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, que estaban creando un Estado dentro del Estado; quitó de la dirigencia magisterial a Carlos Jonguitud Barrios e implementó el programa Solidaridad que benefició a cientos de miles pobres, principalmente de estados donde había perdido el PRI.
¿Resultado? En las elecciones intermedias el tricolor volvió a arrasar.
La candidatura de Luis Donaldo Colosio dividió a los priistas que tenían puestas sus esperanzas en el regente capitalino Manuel Camacho Solís. Pero tras el asesinato del sonorense entró en su lugar Ernesto Zedillo Ponce de León, tecnócrata más que político y con mucha tirria contra el partido.
Con todo, el PRI le dio 17 millones 181 mil 651 sufragios, la votación más alta alcanzada hasta entonces por uno de sus candidatos.
En agradecimiento, Zedillo abandonó al partido y a su candidato para el 2000 Francisco Labastida, con los que marcó una “sana distancia”. Esto llevó al tricolor a sufrir su primera derrota presidencial en 71 años ante el panista Vicente Fox.
Pero en 2006 le fue peor.
El PRI llevó de abanderado a un impresentable Roberto Madrazo Pintado que lo mandó al tercer lugar en una discutida elección donde el triunfador fue Felipe Calderón del PAN con 15 millones de votos; el perredista Andrés Manuel López Obrador obtuvo 14 millones 756 mil y Roberto 9 millones 300 mil.
Doce años después el PRI volvió por sus fueros al recuperar la presidencia con Enrique Peña Nieto al que le dio una votación de 19 millones 158 mil sufragios. Aquí sí, la más alta en su historia.
Y de ahí para abajo…
La corrupción en ese sexenio que hizo palidecer a los corruptos del alemanismo, echeverrismo, lopezportillismo y el salinato, hartó a los mexicanos y le abrió la puerta a López Obrador que en 2018 ganó todo: la presidencia, el Congreso federal y los congresos locales.
La debacle y el fin
De 66 años para acá el PRI ha tenido 39 líderes nacionales que jamás buscaron la reelección y trataron por todos los medios de seguir fortaleciéndolo.
Pero de Luis Donaldo Colosio a la fecha (cuando bajo su liderazgo el tricolor perdió su primera gubernatura en Baja California), el partido fue sufriendo un deterioro paulatino, que hizo crisis en el sexenio de Peña Nieto con ladrones que ya no ocultaban el rostro como Javier Duarte, Roberto Borges, Mario Marín y un largo etcétera.
En la actualidad el PRI es el partido más devaluado de cuantos existen y nadie quería hacerse cargo de sus despojos, hasta que llegó Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas a tomar las riendas.
¿Quién era este sujeto antes de ser tan conocido? Un gris gobernador de Campeche perteneciente a la camada de ladrones priistas del peñanietismo.
Desde su toma de posesión Alito prometió lo que siempre estuvo lejos de cumplir. “Seremos una oposición firme y crítica. El PRI recuperará su grandeza… El PRI volverá a ser un partido triunfador…”. Etc, etc, etc.
Pero…
Alito tomó de la mano al partido que recuperaría su grandeza, para llevarlo a su más estrepitoso hundimiento.
Cuando llegó a la dirigencia el tricolor tenía 6 millones 764 mil militantes, lo que ya era preocupante si se toma en cuenta que en sus tiempos de gloria llegó a tener 15 millones. Pero después de las elecciones del 2021 su militancia se redujo a 1 millón 411 mil priistas. Es decir, el bajón fue del 80 por ciento.
También cuando llegó a la dirigencia, el partido gobernaba en 12 estados y a 43 millones de mexicanos, situación que era crítica porque desde su fundación y hasta el gobierno de Miguel de la Madrid gobernó en los 32 estados de la federación.
Pero después de la elección del 2024 sólo gobierna en dos estados (Durango y Coahuila donde fue en alianza) que suman apenas 5 millones de mexicanos.
Con Alito el partido “logró” lo que nunca, perder en una elección diez estados. Y de ser un gigante que apabullaba en los comicios, ahora es un partidito con el 11 por ciento de esa votación. Está a la altura del PVEM (10 por ciento), Movimiento Ciudadano (9 por ciento) y el Partido del Trabajo (5 por ciento).
Con esas cartas de presentación Alito será reelecto en el liderazgo del PRI. Y esto ya es un hecho, lector.
En Asamblea hecha al vapor, los delegados del tricolor que le deben la chamba, votaron por la continuidad de este perdedor y fracasado que aparte de devaluarlo aún más, llevará al PRI a la sima y colapso de su existencia.
bernardogup@hotmail.com