| 12 Ene 2024 - 09:40hrs
Miguel Hermida Copado es un hombre decente, que ha construido una carrera sólida en lo profesional y en lo político.
Como padre de familia y esposo podemos decir que es ejemplar. Sus paisanos del Puerto lo han visto siempre y a menudo acompañado de sus hijas, a las que demuestra con creces su amor filial.
Ha sido también un buen hijo, y buen vecino igualmente, que recibe el mismo respeto que ofrece a sus prójimos.
Es, dijera Antonio Machado, “en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Pero ayer Miguel se tuvo que enfrentar a la violencia.
Como diputado local, ejerció en la tribuna de la Legislatura estatal su derecho a opinar y a estar en desacuerdo con lo que él no cree correcto.
El tema fue que el gobernador Cuitláhuac Eeeeeh García (así responde el mandatario cuando alguien le pregunta su nombre, así que considero que esa “eh” sostenida es parte de su apelativo)… decía que el titular del Ejecutivo envió una iniciativa de ley al Congreso local para que se creara la Secretaría de Cultura del estado, a partir del pie de casa del Instituto Veracruzano de Cultura ya instituido.
El diputado panista Hermida Copado consideró que era innecesario a estas alturas del partido que se ampliara una dependencia, tanto por la inutilidad del movimiento como por el gasto que implicaría.
Pero aquí lo que pasa es que Cuitláhuac Eeeeeh quería quedar bien con el presidente López Obrador mediante el proceso de crear una secretaría para el ramo de la cultura como existe en el Gobierno federal.
Y como el conciso Miguel Hermida le estaba dando una tunda legal y de buen ejercicio administrativo a la propuesta del gobernador Cuitláhuac Eeeeeh García Jiménez, pues los preparadísimos e inteligentísimos diputados de la mayoría morenista empezaron a ponerse nerviosos, y uno de ellos de plano perdió los estribos.
Sí, aunque usted no lo pueda creer, uno de esos adalides de la urbanidad y el conocimiento se acercó turbado (imagino que poseído de santa indignación, porque sus seguidores consideran al Patriarca tropical un santo) al legislador jarocho y le dijo, palabras más palabras menos, que “le iba a partir la madre”. Este damo del buen decir se llama Roberto Francisco San Román Solana y debe ser un orgullo para sus representados de Acayucan por su elegante manejo del idioma de Cervantes.
Miguel Hermida subió a la tribuna nuevamente y denunció la amenaza del diputado vil… pero ya se sabe cómo son los morenos: el tal Pancho le replicó con una mentira, como es la costumbre de la casa, y le dijo que él no había dicho lo que había dicho. ¡Y encima lo amenazó de que iba a demandarlo por calumnias! Jajajá.
La soberbia se ha enseñoreado de los funcionarios, los candidatos, los fanáticos y los legisladores de Morena en Veracruz, porque piensan que van a ganar la elección con la zacatecana Rocío Nahle, que sólo va arriba de lengua.
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