Palabras para mamá

| 01 Dic 2023 - 12:39hrs

Quise hablar todo este mes sobre feminismo porque me enteré de que en noviembre es el aniversario del lamentable asesinato de las hermanas Mirabal (activistas originarias de República Dominicana que sufrían del régimen del dictador Rafael Leónidas Trujillo, responsable de su muerte).
El 25 de noviembre se instauró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, así se acordó en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en Bogotá, Colombia, en honor a Patria, Minerva y María Teresa Mirabal: las hermanas Mirabal.
Según la ONU, la violencia afecta a una de cada tres mujeres en todo el mundo. Según lo que leo todos los días en las noticias, esa cifra es incorrecta y muy baja.
En muchas de las conferencias a las que he asistido con el tema de violencia contra mujeres, feminismo, etc., se dice permanentemente que la peor enemiga de una fémina es otra. Ya he escuchado últimamente a mujeres que cambiaron esta idea porque es claro que, si seguimos mencionando que somos enemigas en las ponencias, charlas y convenciones, seguiremos aprendiendo y pensaremos lo contrario a lo que realmente se piensa y se aprende en una hermandad. Es mejor sugerir sororidad entre nosotras.
Yo pertenezco a la generación denominada Millenial. Mis padres son Baby boomers (1946-1964), sus padres fueron formados por la Gran Depresión que sucedió la Primera Guerra Mundial. Eran tiempos distintos, las costumbres eran limpias, inocentes y funcionales.
Las pobres ambiciones, malas decisiones y corolarios de los líderes mundiales nos fueron pervirtiendo y surgieron horrores como asesinatos seriales, violaciones y feminicidios.
Un acto de verdadero feminismo puro es reconocer con aprecio lo que mi mamá ha hecho por mí. Mi madre es una mujer que, al igual que muchas de nosotras, ha sufrido de los daños que este mundo, sin embargo, me ha demostrado que, para salir adelante con una bella sonrisa, que es el mejor maquillaje como ella me dice, se necesita la fortaleza, la dignidad y la armonía con la que me educó en conjunto con mi padre, el hombre que eligió con razonamiento y sabiduría y con quien hasta la fecha sigue en matrimonio con él, sin él y a pesar de él.

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